miércoles, 15 de octubre de 2014

TaGong (3r)

Un hombre que necesita dinero pide a su jefe que lo ayude. El jefe le desafía: si pasas toda una noche en la cima de la montaña, te daré una gran recompensa, pero, si no lo consigues, tendrás que trabajar gratuitamente.
Cuando sale de la tienda donde trabaja, Alí se da cuenta que sopla un viento helado y se asusta. Decide ir a preguntar a su mejor amigo, Aydi, si cree que esa apuesta es una locura.
Después de pensarlo un rato, Aydi le responde: "Te ayudaré. Mañana, cuando estés en la cima de la montaña, mira hacia delante. Yo estaré en la cima de la montaña de delante y pasaré toda la noche con una hoguera encendida para ti. Mira el fuego y piensa en nuestra amistad, esto te mantendrá caliente. Lo conseguirás, y después te pediré una cosa a cambio".
Alí venció la prueba, cogió el dinero y se fue a casa de su amigo: "Me dijiste que querías una recompensa".
Aydi responde: "SI, PERO NO EN DINERO. ME TIENES QUE PROMETER QUE SI ALGUNA VEZ PASA UN VIENTO FRÍO POR MI VIDA, TU TAMBIÉN ENCENDERÁS PARA MI EL FUEGO DE LA AMISTAD
Aleph, Paulo Coelho

Camino colina arriba siguiendo las indicaciones de una pareja alemana.
Hoy está lloviendo, el objetivo es encontrar un monasterio.
El camino se acaba en una carretera y un pueblo. Me paro y pienso que me he equivocado porque no recuerdo que me dijeran que tenía que llegar a una carretera, doy la vuelta de regreso a casa pero rectifico y sigo adelante porque si he llegado hasta aquí es por algo.
Entro en el poblado y a lo lejos veo un gran monasterio ¡seguro que es el que me han dicho las alemanes!


Sigo el peregrinaje y veo a una anciana y la saludo: "Tashi delek" y ella me responde lo mismo y algo mas que no logro entender.
Caminados unos metros la anciana me grita, me giro y me indica hacía la derecha, no lo veo claro pero le hago caso, me vuelve a gritar y con la mano me indica que vaya allí donde está ella. Me aproximo, me coge de la mano y lentamente me dirige a su casa. Una pequeña casa muy humilde y muy limpia.

Me invita a sentarme, me quito la capelina y la mochila y me da una manzana y un cuchillo para quitarle la piel mientras ella va encendiendo un fuego que está ubicado entre las dos, para calentarnos las manos. Dos mujeres, una anciana tibetana y una joven española, sin hablar el mismo idioma, cultura ni religión están calentándose las manos en ese mismo momento, para mi ha sido muy mágico.

Camino al monasterio budista.










TEMPLO DE TAGONG










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